sábado, 22 de marzo de 2014

Alegoría de la Dignidad

La "Dignidad " como valor inherente al ser humano en cuanto ser racional, dotado de libertad y poder creador, las personas podemos modelar y mejorar nuestras vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de nuestra libertad. Los ejercicios de libertad y derecho que puestos en la práctica de la vida diaria en éste país se han visto encorsetados por lo que regulan a modo de Ley el empobrecimiento de un pueblo, la privatización de lo público, del bien común, poniendo en jaque los derechos más fundamentales del ser humano. Pretender desposeer de dignidad a la humanidad es mutilarle su valor (derecho) inviolables de las personas humanas. La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona de ser merecedora de respeto, es decir que todos merecemos respeto sin importar cómo seamos. Al reconocer y tolerar las diferencias de cada persona, para que ésta se sienta digna y libre, se afirma la virtud y la propia dignidad del individuo, fundamentado en el respeto a cualquier otro ser. La dignidad es el resultado del buen equilibrio emocional. A su vez, una persona digna puede sentirse orgullosa de las consecuencias de sus actos y de quienes se han visto afectados por ellos, o culpable (responsable) , si ha causado daños inmerecidos a otros. La misma dignidad que nos pone por encima de la naturaleza, pues podemos transformarla también en nosotros mismos, contenerla, regularla, nos hace responsables, para tomar consciencia de que no podemos estar por encima de la naturaleza,la tenemos bajo nuestros pies, es la que nos facilita construir caminos y las que nos sostiene en la vida. Un exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear la sensación al individuo de tener derechos exclusivos (privilegios).Es discutible en éste caso lo que por derecho nos corresponde y nos disfrazan de "privilegios". La dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación de plenitud y satisfacción. Para justificar la esclavitud se decía que el esclavo no era persona humana, sino un objeto, al igual que judíos, gitanos y homosexuales durante el nazismo. Es constante en la historia de la humanidad negar la dignidad humana para justificar y justificarse en los atentados contra ella. Racionalidad - Autonomía de la Voluntad - Libre Albedrío. Aunque los que critican ésta forma dignidad se empeñen en establecer criterios que hay humanos que no podrían tenerla. La educación juega aquí un papel importante, puesto que el auténtico ejercicio de la libertad, más allá de la arbitrariedad del comportamiento extremo, exige la formación de la inteligencia y de la voluntad, facultades específicas del espíritu humano. ¿Cómo podemos intervenir en las situaciones conflictivas en las que nos vemos envueltos? ¿cómo organizarnos con otras personas y tomar decisiones colectivas que sean del agrado de todos? ¿cómo remodelar nuestros comportamientos y actitudes personales para favorecer la colaboración, la diversidad, la empatía? ¿cómo formar colectivos y comunidades duraderas? ¿cómo tener relaciones más ricas, profundas y resilientes con las personas que nos rodean? ¿cómo utilizar el poder que tenemos en beneficio de nuestro grupo, de la comunidad y del mundo? Afirmar la libertad absoluta del individuo para decidir sobre su vida y su futuro y convencernos de que tal libertad es un derecho irrenunciable, más allá de sus opresivas consecuencias, es la esencia del mito. Y aunque posiblemente este mito surge en parte como un reflejo pendular a la demencia totalitarista del siglo pasado, el que ahora se quiera imponer la libertad como un absoluto, y se recurra incluso a la fuerza para ello, resulta cuando menos bastante sospechoso. Difícil evitar la sensación de que detrás de todo hay un calculado interés por parte de los poderosos en mantener sus privilegios. En mi trabajo con grupos he aprendido que son las figuras de poder que existen en todo grupo quienes más defienden la libertad individual y más se oponen a establecer estructuras colectivas de regulación. Aunque en muchos casos esta actitud funciona inconscientemente, no pasa desapercibida para quienes sufren sus abusos. El mito, como todo buen mito, cumple además otras funciones: acalla las quejas de quienes resultan perjudicados por esta concepción parcial de la libertad al asumirla como suya propia, los hace responsables de su inadaptación y de sus fracasos internalizando las normas que imponen los grupos de poder y, por último, convierte en extravagante, e incluso peligrosa, cualquier crítica que se haga a la libertad individual o cualquier proclama en defensa de la libertad de una comunidad a decidir colectivamente su futuro. Desde el momento en que la libertad individual se acepta sin discusión queda legitimado el poder de quienes más tienen (dinero, influencias, conocimientos o cualquier otra cualidad socialmente apreciada), ya que este poder deriva de su propia libertad para llegar a ser lo que son. Atacar dicho poder como injusto es atacar directamente la libertad del individuo, lo cual resulta imposible en un colectivo que ha elevado dicho valor al altar de lo sagrado. Hablamos de opresión cuando alguien (una parte de la comunidad) utiliza reiteradamente el poder que tiene para defender sus privilegios. Las bases de ese poder pueden ser variadas, siendo las más clásicas el uso de la fuerza, el poder económico o la pertenencia a la mayoría dominante. Los privilegios también son variados, aunque en el caso de la mayoría dominante su principal privilegio es el de establecer lo que es normal y lo que no lo es. Quien se ajusta a las normas de la mayoría se considera una personal normal, quien no lo hace puede sufrir ciertos abusos. La liberación de la opresión externa es el proceso por el cual las minorías se enfrentan a quienes detentan el poder para cuestionar los privilegios existentes y reclamar sus propios derechos. Difícil hablar de libertad cuando este enfrentamiento está teñido de violencia. La violencia sólo trae miedo, inseguridad y desconfianza. "Ulises Selva"-"El Camino del Elder". Liberarse de la opresión interna, de las ideas que la sociedad nos inculca como naturales y que conforman nuestra identidad, es un paso imprescindible para llegar a la verdadera libertad, aquella que surge de ese espacio de participación en el que me encuentro con el otro, sin duda diferente, desconocido, pero no un enemigo; y seguramente con dificultades, pero nunca con miedo, aprendo a escucharle como él me escucha a mi, a comunicarme con él y, en última instancia, a redefinir lo que yo mismx soy, mi propia identidad, incorporando parte de su ser, expandiendo mis límites, ampliando mi visión. La libertad surge de este doble proceso, personal y colectivo, por el que nos hacemos más conscientes. Así somos más libres.